Un par de horas después, la hermana me retó gritando: "¡Me tratas como una madrastra!, como la madrastra de Cenicienta!", y yo... ya no sé qué decir... o pensar... qué difícil es ésto.
Llámame Pi. Si quieres ponle una hache. Llámame de mil maneras. Ponme nombres. Llámame a gritos o con furia. Llámame Mariapilar, la chica que no cabe en los carnets, y di rápido mis apellidos. Llámame MacGyver, bruja o Culitxca, me gusta.
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