martes, 15 de junio de 2010

Las cosas que una es capaz de decir

Una noche volví a La Papelería y había mudanza. Te invito a Portofino, fuguémonos con riesgo de locura, de no preguntarle a ningún oráculo posible qué pasaría si. Fuguémonos con la insensatez de un plan escrito mientras sonaba Beck con pena de amor, con el no por delante, con la sonrisa del que sabe que no y a pesar de todo hace las maletas. Y nos sentamos en una terracita mirando al mar y brindamos con el limón de mi perfume y más, y nos emborrachamos, y nos decimos cosas bonitas, te acaricio la espalda y nos besamos como sólo se besan los que se escapan de los libros, los que no tiran la toalla y prefieren cruzarse El Plata a ver si algún día regresa su verdadero amor. Escapémonos, que el plan es apetecible por improbable, por improvisación en las coordenadas marcadas, por imposible, porque sabemos que no, que no sé porqué, que el destino tal vez, que la vida tal vez.



"Huelo tu perfume, eso que te echas... me voy por otra calle, no doy una a derechas"


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